Creciendo entre cizaña: la esperanza del trigo fiel

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Creciendo entre cizaña: la esperanza del trigo fiel

2025-07-29 Parábola del trigo y la cizaña 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,36-43):

En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa.
Los discípulos se le acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»

Palabra del Señor.

Sembrados en el mismo campo:

En toda parroquia, comunidad o movimiento, hay de todo. Personas entregadas, personas cansadas, personas difíciles, personas nuevas, personas que van y vienen. A veces nos desespera ver cómo florecen actitudes que parecen más cizaña que trigo, y uno se pregunta si vale la pena seguir sembrando. Pero Jesús fue claro: el campo es el mundo, y es normal que crezca todo junto por un tiempo. No nos toca arrancar la cizaña —eso le corresponde a Dios—, pero sí asegurarnos de ser trigo, y de dar fruto donde estemos.

La paciencia del sembrador:

Jesús no corre, no se apura en juzgar ni en separar. Y eso debería darnos esperanza. Hay fieles que un día parecían apagados y años después se convierten en columnas de la comunidad. La paciencia del sembrador es la que sostiene nuestras pastorales cuando no vemos resultados inmediatos. En el equipo de liturgia, en el grupo de jóvenes, en las catequesis o en Cáritas, no todo germina igual ni al mismo tiempo. Pero eso no significa que no valga.

Las raíces invisibles:

Una de las cosas más difíciles de aceptar en la vida de fe es que muchas veces el bien no se nota de inmediato. El trabajo silencioso, las oraciones que nadie ve, los esfuerzos por mantener la unidad en una comunidad parroquial… todo eso echa raíces profundas. Aunque no se vea, hay personas que siguen en pie porque alguien, en silencio, ha estado orando por ellas o tendiéndoles una mano. La cizaña se nota mucho. Pero el trigo, con el tiempo, transforma el paisaje entero.

Escándalo y limpieza:

Jesús menciona que al final serán arrancados los escándalos. ¡Qué palabra tan fuerte! Escándalos no son solo los grandes pecados públicos. También lo son nuestras indiferencias, nuestras divisiones internas, los chismes que corroen la fraternidad o los egoísmos disfrazados de servicio. En cualquier grupo o comunidad hay que hacer una limpieza del alma y del lenguaje, no para expulsar a nadie, sino para que el ambiente se vuelva más humano, más de Dios.

Brillar como el sol:

La imagen con la que termina el Evangelio es hermosa: los justos brillarán como el sol. No dice que serán famosos, ni que serán reconocidos, ni que tendrán templos con sus nombres. Dice que brillarán. Y eso es suficiente. En cada pastoral hay gente así: personas que brillan con una sonrisa, con una palabra oportuna, con una presencia fiel en la misa del domingo, con un plato caliente que preparan para otro. Ellos son el trigo que da esperanza.

Meditación Diaria: Hoy, Jesús nos recuerda que no estamos solos en este campo que es la vida. No somos responsables de eliminar toda la cizaña, pero sí de crecer como buen trigo. Con paciencia, humildad y entrega silenciosa, podemos transformar nuestros espacios: la parroquia, la familia, el trabajo apostólico. No juzguemos antes de tiempo. Lo importante es seguir sembrando, cuidando, amando. Jesús se encarga del resto. Que no nos cansemos de hacer el bien, aunque no se note enseguida. Cada acto de amor es semilla de eternidad. Y al final, si fuimos fieles, brillaremos como el sol, aunque nadie lo haya notado mientras crecíamos.