“Sepulcros blanqueados”: Cuando la fe se convierte en fachada

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“Sepulcros blanqueados”: Cuando la fe se convierte en fachada

2025-08-27 Coherencia cristiana 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,27-32):

En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas»! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

Palabra del Señor.

Lo que se ve por fuera y lo que se vive por dentro:

Hay fachadas que brillan como vitrales bajo el sol, pero que por dentro esconden cuartos cerrados y ventanas selladas. Jesús, en este Evangelio, no está señalando con dedo acusador desde lejos. Está mirando de frente, con esa mirada que no esquiva la verdad. Lo que duele aquí no es el juicio, sino el amor que no encuentra coherencia. Nos interpela como comunidad, como servidores, como vecinos. ¿De qué sirve un templo reluciente si su gente se guarda rencores o compite por los primeros puestos?

En nuestras parroquias, a veces sin darnos cuenta, nos convertimos en expertos del “parecer”. Sabemos cómo se camina en procesión, cómo se arrodilla con solemnidad, cómo se canta con voz contenida. Pero Jesús va más allá: Él quiere el corazón abierto, no el gesto medido.

El peligro de vivir solo en las apariencias:

Las palabras de Jesús pueden sonar duras, pero no son palabras de condena, sino de sacudida. Es como si nos tomara del hombro y nos dijera: “Despierta. Lo importante no es lo que ven de ti, sino lo que pasa dentro de ti”. Cuántas veces, en los equipos pastorales o en las reuniones de los movimientos apostólicos, nos enfocamos en organizar bien la liturgia, los cantos, los carteles, pero olvidamos revisar si estamos cuidando el alma de nuestro grupo.

El peligro de las apariencias es que terminamos engañándonos a nosotros mismos. Nos creemos buenos solo porque nadie nos confronta. Pero hay una pregunta que siempre nos puede servir: ¿Cómo actúo cuando nadie me ve? ¿Cómo hablo del hermano cuando no está presente?

Los profetas de ayer y de hoy:

Jesús menciona a los profetas porque eran incómodos. Eran los que venían a agitar aguas mansas, a recordar el propósito verdadero. Hoy también hay profetas, no con túnicas ni barbas largas, sino con palabras valientes en medio de las juntas, con gestos de justicia aunque no sean populares. Y, muchas veces, somos nosotros los que los silenciamos, no con piedras, sino con indiferencia o con la crítica destructiva.

En nuestras comunidades puede aparecer esa voz incómoda que señala algo que debemos cambiar, que propone una forma más honesta de servir. Y es fácil decir “así se ha hecho siempre” o “no es el momento”, en lugar de escuchar con humildad.

Coherencia entre lo que decimos y lo que vivimos:

La coherencia no se exige solo al párroco ni a la catequista. Se nos pide a todos. A la señora que limpia el templo, al joven del coro, al que reparte pan en Cáritas, al que lleva la cruz en la procesión. No se trata de perfección, sino de verdad. Si soy débil, lo acepto. Si fallo, me levanto. Pero no me maquillo el alma para aparentar.

La vida parroquial es un espacio hermoso para ejercitar esta coherencia. Que nuestras reuniones no sean solo para repartir tareas, sino para orar juntos, escucharnos, corregirnos con cariño. Que en nuestras casas no se escuche más chisme que oración. Que cada quien, con su forma de ser, aporte autenticidad y no simulacro.

La esperanza de los corazones sinceros:

Jesús no vino a aplastar a los hipócritas, sino a ofrecer un camino de sinceridad. La comunidad que camina en la verdad, aunque sea con pasos torpes, siempre será más fecunda que aquella que vive del aplauso o la apariencia. En la pastoral, en los apostolados, en el barrio, el testimonio humilde arrastra más que mil palabras bien dichas.

Hoy, en vez de fijarnos en quién parece santo, miremos quién vive con transparencia. Quien pide perdón con naturalidad. Quien reconoce que tiene heridas, pero sigue amando. Porque esos son los que, sin darse cuenta, están edificando la Iglesia de verdad.

Meditación Diaria: Hoy Jesús nos llama a mirar adentro. No para sentirnos culpables, sino para reconciliarnos con la verdad de nuestro corazón. A veces nos cansamos de fingir, de llevar máscaras, de cuidar la opinión de los demás. Pero Él nos invita a vivir con sencillez, con coherencia, con la paz de quien no necesita aparentar. Que en nuestra parroquia, en nuestro grupo apostólico, y en nuestros hogares, aprendamos a valorar más la sinceridad que la apariencia. Que no temamos mostrar nuestras fragilidades, porque en ellas también habita Dios. Y que, poco a poco, caminemos hacia una fe vivida, no solo proclamada.