La misión empieza en casa

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

La misión empieza en casa

2025-09-24 Misión cristiana 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,1-6):

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.

Palabra del Señor.

Jesús confía en los suyos:

El Evangelio de hoy nos muestra a Jesús enviando a los Doce con la confianza de quien sabe que su misión es mayor que cualquier recurso material. No se trata de viajar liviano solo por disciplina, sino de comprender que la fuerza de la misión no está en lo que llevamos en la mochila, sino en lo que llevamos en el corazón. Cuando la parroquia organiza una misión o un retiro, muchas veces nos preocupamos por los recursos: quién cocina, qué transporte, cómo financiamos. Jesús nos recuerda que lo esencial es el testimonio, la fe que se comparte con sencillez.

El valor de la confianza mutua:

“Quédense en la casa donde los reciban”, dice Jesús. Esto nos habla de confianza, de aprender a depender de la hospitalidad del otro. En nuestra vida comunitaria esto se traduce en saber aceptar la ayuda de los demás sin miedo ni orgullo. En los movimientos apostólicos, muchas veces queremos controlar todo, pero este pasaje nos recuerda que también evangelizamos cuando dejamos que otros nos cuiden y se unan al servicio.

La misión comienza en lo cotidiano:

Jesús no los envía a tierras lejanas ni a lugares imposibles; los manda a las aldeas cercanas. Eso mismo nos toca a nosotros: comenzar por nuestra casa, por nuestro vecindario, por nuestra parroquia. La misión no siempre es cruzar océanos, sino aprender a escuchar al que está en la banca de al lado, a visitar al enfermo de la comunidad o simplemente a llamar a esa persona que hace tiempo no vemos en la misa.

Viajar liviano para servir mejor:

El mandato de no llevar “ni bastón, ni alforja, ni pan” tiene mucho que decirnos hoy. A veces acumulamos demasiadas cosas en nuestros ministerios: trámites, papeles, cargos, hasta discusiones innecesarias. Viajar liviano significa no distraernos con lo que no edifica y poner el centro en el anuncio de Jesús. También en el trabajo parroquial hay que aprender a soltar lo que no suma, para que la misión no pierda frescura.

Sacudir el polvo y seguir adelante:

Jesús les advierte que no siempre serán bien recibidos. En nuestras comunidades también ocurre: no todas las iniciativas tienen éxito, no todos los proyectos cuajan, a veces hay críticas injustas. Pero el Evangelio nos enseña a no quedarnos atrapados en el rechazo. Sacudir el polvo no es despreciar al otro, sino liberarnos de la frustración para seguir caminando. Porque lo importante no es agradar a todos, sino anunciar con alegría y seguir construyendo comunidad.

Meditación Diaria: Hoy el Evangelio nos anima a recordar que la misión nace de la confianza en Jesús y no de los recursos que acumulamos. Él nos invita a caminar livianos, con el corazón abierto y con la certeza de que la fuerza del Reino se manifiesta en la sencillez. En nuestra vida parroquial, esto significa servir con lo que tenemos y poner lo poco en manos de Dios para que se multiplique. En la comunidad, nos impulsa a valorar la hospitalidad, a aceptar ayuda y a darla también. Y en los movimientos apostólicos, nos recuerda que la misión no siempre será aplaudida, pero que cada gesto, cada visita y cada palabra sembrada lleva fruto en su tiempo. Hoy sacudimos el polvo de la desilusión, levantamos la mirada y seguimos adelante, confiando en que la semilla que sembramos dará vida abundante allí donde el Señor lo disponga.