El envío de los setenta y dos: misión en lo cotidiano

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El envío de los setenta y dos: misión en lo cotidiano

2025-10-02 Comunidad Cristiana 0

Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-12):

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios.» Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.» Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»

Palabra del Señor.

La misión comienza en lo cotidiano:

Este pasaje nos recuerda que la misión no se da en escenarios grandiosos ni en discursos solemnes, sino en lo más simple: una visita, una mesa compartida, un saludo de paz. Jesús no los manda a fundar templos ni a conquistar multitudes, sino a tocar corazones de casa en casa. En la parroquia sucede lo mismo: los verdaderos frutos nacen en la visita a un enfermo, en un café compartido después de misa, en la sonrisa al abrir la puerta del templo. Ahí se siembra el Reino.

Obreros que caminan ligeros:

El envío de los setenta y dos es una lección de confianza. “No lleven bolsa ni sandalias”. En la vida pastoral solemos cargar con papeles, planes y estrategias, pero Jesús insiste en lo esencial: llevar paz, palabra y cercanía. En los movimientos apostólicos también ocurre; a veces el exceso de organización apaga la frescura del anuncio. El reto es caminar ligeros, confiando en que lo necesario se dará.

La paz como primera palabra:

En cada casa, lo primero es desear la paz. ¡Qué enseñanza tan práctica para nuestras comunidades! Cuántas reuniones parroquiales se transformarían si comenzaran con un gesto sincero de paz. No se trata de fórmulas vacías, sino de abrir el corazón para que la convivencia sea fraterna. Cuando hay paz en el saludo, las diferencias se hacen más llevaderas y el servicio se convierte en alegría compartida.

El Reino está cerca:

Jesús no pide anunciar teorías, sino una certeza: “El Reino de Dios está cerca”. Y lo está cuando una catequista se toma el tiempo de escuchar a un niño, cuando un joven del coro anima con su canto, cuando un grupo de la pastoral social organiza la ayuda para una familia necesitada. El Reino no es un sueño lejano; está cerca cada vez que se vive la fe con sencillez y entrega.

Rechazo sin resentimiento:

Jesús prepara a sus discípulos también para el rechazo. Les dice que incluso al salir de una ciudad, anuncien que el Reino está cerca. Esa actitud es clave para el trabajo comunitario. No siempre nuestras propuestas serán bien acogidas; habrá indiferencia o crítica. Pero el mensaje sigue siendo de esperanza, nunca de reproche. La misión se cumple con serenidad, confiando en que la semilla caerá donde encuentre tierra buena.

Meditación Diaria: El envío de los setenta y dos nos recuerda que todos somos parte de esta misión. No hace falta ser predicador famoso ni tener grandes recursos; basta la disposición de compartir paz y cercanía. En la parroquia, la comunidad o el trabajo apostólico, cada gesto sencillo es un anuncio del Reino. Saludar con paz, escuchar con paciencia, ofrecer compañía a quien está solo, visitar a un enfermo: todo eso construye Iglesia viva. El evangelio nos invita a no quedarnos paralizados por el miedo o la falta de medios, sino a ponernos en camino con confianza. El Reino se hace presente en lo pequeño, en lo cotidiano, y nos sorprende cuando descubrimos que Jesús ya nos precede en cada lugar al que vamos. Hoy es una buena oportunidad para comenzar el día pidiendo ser obreros de esa mies abundante, sembrando paz y alegría en cada paso que demos.