Cuando la vida se construye con actos y no con palabras

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Cuando la vida se construye con actos y no con palabras

2025-12-04 Transformación Espiritual 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Palabra del Señor

Construir sobre roca, no solo repetir palabras:

Hay días en que uno puede decir muchas cosas bonitas: en la parroquia, en reuniones de un movimiento apostólico, o incluso en conversaciones casuales. Pero Jesús vuelve a recordarnos que el corazón del discipulado no está en el entusiasmo con el que pronunciamos su nombre, sino en la verdad silenciosa de lo que hacemos. En la vida comunitaria esto se nota enseguida: personas que hablan poco, pero cuando se ofrecen, cumplen; gente que no aparece mucho en fotos, pero sostiene ministerios enteros sin ruido. Jesús está en esos gestos pequeños que no buscan aplausos.

La roca que se forma con hábitos diarios:

Cuando Mateo habla de la casa construida sobre roca, uno podría imaginar una obra monumental. Sin embargo, la roca aquí son decisiones sencillas repetidas en lo cotidiano: revisar la agenda para incluir tiempo de oración, visitar a un enfermo aunque uno llegue cansado, preparar una reunión sin dejar todo para última hora, evitar comentarios que dañan el ambiente pastoral. Esa “roca” también se forma en la familia: comer juntos al menos una vez al día, escuchar a los hijos sin prisa, pedir perdón cuando hace falta. La fe se vuelve firme cuando estas pequeñas acciones se vuelven parte natural de la jornada.

La vida comunitaria como una obra en construcción:

En una parroquia siempre hay proyectos: catequesis, ayuda social, ensayos de coro, reuniones de pastoral juvenil, actividades de hermandad. A veces se construye con mucha ilusión, otras veces con cansancio. Pero la pregunta central es siempre la misma: ¿todo esto está puesto sobre la roca del Evangelio o sobre nuestras ocurrencias? Cuando una comunidad discierne juntas las decisiones, cuando se pide consejo, cuando se escucha al que piensa distinto, allí aparece la roca. En cambio, cuando la prisa manda o cuando cada cual va por su lado, la estructura pierde fuerza, aunque por fuera se vea elegante.

Las tormentas que revelan el fundamento:

Mateo menciona lluvia, ríos y vientos porque la vida no evita esas estaciones. La enfermedad inesperada, un momento difícil en la economía, tensiones en la parroquia, o un desacuerdo dentro del grupo apostólico… todo eso llega. Lo que revela quién construyó sobre roca no es la ausencia de problemas, sino la manera en que uno sigue adelante sin perder el rumbo ni la confianza. Jesús no promete una vida sin desafíos; promete que, si escuchamos su palabra y la ponemos en práctica, la casa aguanta. Aunque tiemble un poco, permanece.

Meditación Diaria: Hoy el Evangelio nos invita a revisar en silencio sobre qué estamos construyendo. La imagen de la casa sobre roca no es una historia para niños, sino una llamada concreta para mirar nuestras decisiones, nuestras prioridades y nuestras relaciones. Jesús nos recuerda que la fe no descansa en discursos, sino en gestos que llevan su marca: la paciencia que calma, la palabra que anima, el trabajo bien hecho aunque nadie lo vea, el servicio que nace del corazón. Cada vez que elegimos la verdad, la humildad, la escucha y la esperanza, estamos levantando un muro más en esa casa sólida que ningún viento derriba. Que este día nos encuentre atentos a lo esencial, dispuestos a poner en práctica lo que ya sabemos que es bueno para nuestra familia, nuestra parroquia y cada comunidad donde participamos. Que la obra continúe, sin prisa, pero con cimientos profundos.