El Mandamiento del Amor: Guía para la Vida Diaria y Apostólica según san Marcos 12, 28b-34

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El Mandamiento del Amor: Guía para la Vida Diaria y Apostólica según san Marcos 12, 28b-34

2024-06-06 Amor a Dios y al Prójimo 0

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Introducción:

La lectura del Evangelio según San Marcos 12,28b-34 nos invita a reflexionar sobre los dos mandamientos más importantes según las enseñanzas de Jesús. Un escriba pregunta a Jesús cuál es el mandamiento principal, y Él responde con claridad: amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo. Estos mandamientos no solo son fundamentales en nuestra fe, sino que también nos ofrecen una guía práctica para nuestra vida diaria y nuestro trabajo en la parroquia y los movimientos apostólicos.

Amar a Dios con Todo el Corazón:

El primer mandamiento nos llama a amar a Dios con todo nuestro ser. Este amor se expresa en nuestra oración diaria, en la participación en los sacramentos y en la vida comunitaria de la iglesia. En la vida cotidiana, podemos demostrar este amor dedicando tiempo a la oración y meditación, buscando la presencia de Dios en todo lo que hacemos y confiando en Su voluntad en momentos de dificultad y alegría. En la parroquia, este amor se manifiesta en nuestra dedicación a las actividades y servicios que fortalecen nuestra comunidad de fe.

Amar a Dios con Toda el Alma:

Amar a Dios con toda el alma implica una entrega total y desinteresada a Su voluntad. Este amor nos impulsa a vivir una vida de santidad, buscando siempre hacer lo que es agradable a Dios. En los movimientos apostólicos, este amor se traduce en un compromiso sincero con las obras de caridad y evangelización. Cuando trabajamos juntos para llevar el mensaje del Evangelio a otros, estamos viviendo este mandamiento de manera concreta y palpable.

Amar a Dios con Toda la Mente:

Este mandamiento nos invita a dedicar nuestra mente a las cosas de Dios. Esto significa estudiar y meditar en la Palabra de Dios, aprender más sobre nuestra fe y aplicar estos conocimientos en nuestras decisiones diarias. En la parroquia, esto se puede traducir en la participación en grupos de estudio bíblico o en programas de formación. Al fortalecer nuestra comprensión de la fe, estamos mejor equipados para compartirla con otros y vivir de acuerdo con los principios del Evangelio.

Amar a Dios con Todas las Fuerzas:

Amar a Dios con todas nuestras fuerzas significa poner toda nuestra energía y recursos al servicio de Su Reino. Esto puede ser a través de nuestro trabajo, nuestras habilidades y talentos, y nuestros recursos materiales. En la vida parroquial, esto se refleja en el servicio activo a nuestra comunidad, ya sea a través de ministerios litúrgicos, actividades pastorales o proyectos de servicio social. Este amor se traduce en acciones concretas que ayudan a construir una comunidad más fuerte y solidaria.

Amar al Prójimo como a Uno Mismo:

El segundo mandamiento nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Este amor implica respeto, comprensión y compasión hacia los demás. En nuestra vida diaria, podemos practicar este amor siendo amables y generosos, perdonando las ofensas y buscando siempre el bien de los demás. En la parroquia y en los movimientos apostólicos, este amor se manifiesta en la acogida de todos, especialmente de los más necesitados, y en la construcción de una comunidad inclusiva y solidaria.

Conclusión:

La lectura del Evangelio según San Marcos 12,28b-34 nos recuerda que los dos mandamientos del amor son la base de nuestra vida cristiana. Al amar a Dios con todo nuestro ser y al prójimo como a nosotros mismos, no solo fortalecemos nuestra relación con Dios, sino que también contribuimos a la construcción de una comunidad de fe sólida y vibrante. Que estos mandamientos guíen nuestras acciones y decisiones diarias, inspirándonos a vivir con integridad, compasión y dedicación en nuestra parroquia y en todos los ámbitos de nuestra vida.