Donde está tu tesoro, ahí late tu corazón

Ayudemos a Manuel Mano Galarza

Donde está tu tesoro, ahí late tu corazón

2025-06-20 Desprendimiento cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,19-23):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!»

Palabra del Señor.

Tesoros que no se oxidan:

Jesús nos invita hoy a mirar con cuidado dónde guardamos lo más valioso de nuestro corazón. Muchos se pasan la vida juntando cosas que el tiempo acaba desmoronando: ropa de marca que amarillea, autos que pierden brillo, cuentas bancarias que un imprevisto puede vaciar. Él nos recuerda que nada de eso cruza la frontera de la muerte. En la rutina de la parroquia, lo veo a diario: la gente sufre por cosas que parecen grandes, pero no dejan paz.

Luz que ilumina cada rincón:

Cuando Jesús habla del ojo como lámpara del cuerpo, toca una fibra profunda. Lo que miramos, lo que buscamos, da forma a lo que somos. Si dejamos que la envidia, la comparación o el rencor llenen nuestra mirada, nuestro interior se va oscureciendo. Por eso, cuando trabajamos en comunidad o en los movimientos apostólicos, es vital mantener limpia la intención: servir, no figurar. Quien limpia su ojo, ilumina a otros sin alardes.

Servir con alegría, no por apariencia:

En toda parroquia hay quienes colaboran buscando aplausos. Pero Jesús nos muestra un camino más libre: hacer el bien sin esperar reconocimientos. El verdadero tesoro no es el que todos ven, sino aquel que se construye en secreto, en la cocina parroquial, en la visita silenciosa a un enfermo, en la oración de madrugada cuando nadie aplaude. Ahí es donde se forja un corazón rico para el Reino.

Desprenderse para vivir ligero:

Guardar menos y compartir más. Esa es la clave que Jesús deja entre líneas. No pide miseria, sino libertad interior. Quien sabe desprenderse de lo que no necesita, hace espacio para lo importante: escuchar, consolar, levantar a otros. En una comunidad parroquial, este desprendimiento contagia: cuando uno da sin miedo, todos se atreven a dar. Es una cadena de generosidad que llena de alegría.

Hoy es el mejor momento para elegir:

A veces esperamos a estar listos para vivir el Evangelio. Jesús no dice “cuando tengas todo resuelto”, sino “ahora, decide dónde quieres guardar tu tesoro”. Hoy podemos empezar: ser más atentos en casa, dar un poco más de tiempo a la oración, ayudar a quien no puede devolvernos nada. Cada pequeño gesto pone ladrillos en ese tesoro que nadie robará.

Meditación Diaria: Este pasaje de Mateo nos recuerda que el corazón necesita un espacio limpio para guardar lo que vale de verdad. Si nuestras manos se cierran sobre lo material, perdemos de vista lo esencial. Hoy podemos abrirlas para dar, para compartir, para soltar lo que pesa. En la parroquia, en la familia y en cualquier grupo de servicio, la pureza de intención mantiene viva la luz de Jesús. Él no promete una vida sin dificultades, pero sí una alegría que ningún ladrón puede robar. Hagamos hoy la prueba: guardemos en lo alto nuestras mejores acciones, nuestras oraciones sinceras y cada gesto de bondad. Ahí, donde nadie ve, nuestro Padre lo ve todo y lo multiplica. Que esta palabra nos anime a vivir con mirada limpia, tesoro seguro y corazón ligero.