Cinco panes y dos peces: lo poco que basta

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Cinco panes y dos peces: lo poco que basta

2025-08-04 Multiplicación de los panes 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.
Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Palabra del Señor.

Un momento de duelo y de acción:

Jesús acaba de recibir una noticia devastadora: la muerte de Juan, su primo, su profeta, su compañero en la misión. ¿Y qué hace? Se retira. Busca silencio. Pero incluso en su duelo, no cierra el corazón. La multitud lo sigue, y en vez de rechazarla, los mira con compasión. Esa escena me recuerda cuando, en la parroquia, tras un velorio, seguimos sirviendo al pueblo, a pesar del cansancio. Porque el amor no se programa, simplemente se entrega.

El hambre que no siempre se ve:

La gente tenía hambre, claro. Pero no era solo de pan. Iban tras Jesús porque necesitaban consuelo, dirección, sanación. Y eso lo vemos también en nuestras comunidades: madres que vienen a la misa buscando paz, jóvenes que se quedan después del grupo de oración porque no quieren volver aún a casas vacías. El hambre del alma también se sacia cuando alguien nos mira con ternura y no con prisa.

“Denles ustedes de comer”:

Esta frase me cala profundo. Jesús no da un sermón teológico. Mira a sus discípulos y los pone a trabajar. No les da tiempo para elaborar excusas. Y cuántas veces en nuestros grupos parroquiales o en los movimientos apostólicos hemos dicho: “Eso no nos toca a nosotros”, “no tenemos recursos”, “esperemos que lo resuelva otro”. Pero Jesús, como entonces, nos dice lo mismo: “Denles ustedes de comer”. A veces no es pan, a veces es tiempo, escucha, paciencia.

Lo que tienes es suficiente:

Cinco panes y dos peces. Nada más. Y eso basta. Jesús no espera que traigamos milagros bajo el brazo, solo que entreguemos lo que tenemos. Y eso aplica a todo: a la catequista que solo tiene una hora libre a la semana, al adulto mayor que reza por la comunidad porque ya no puede caminar, al joven que aún no sabe bien cómo ayudar pero quiere hacerlo. El milagro empieza con lo poco, pero ofrecido sin retener.

Todos comieron… y sobró:

El milagro no fue solo la multiplicación, sino la abundancia. Sobró. ¡Doce cestos! Es decir, cuando nos dejamos guiar por la generosidad y no por el miedo, hay para todos y más. Eso lo he visto en las colectas comunitarias, cuando parecía que no había suficiente y terminamos llevando más de lo necesario. Dios no calcula, Dios desborda. Y si aprendemos a confiar, nuestras comunidades también pueden vivir en esa lógica de entrega que no se agota.

Meditación Diaria: Hoy, el Evangelio nos invita a no mirar lo que nos falta, sino lo que ya tenemos y podemos ofrecer. Jesús multiplica no desde la abundancia, sino desde la generosidad humilde. En la vida comunitaria, en la pastoral, en el apostolado, lo importante no es tener grandes recursos, sino corazones disponibles. Cuando entregamos lo que tenemos —aunque parezca poco— Dios lo transforma. Que en nuestro día a día seamos capaces de reconocer el hambre que otros llevan dentro, y que no miremos al costado esperando que alguien más resuelva. Jesús sigue diciendo: “Denles ustedes de comer.” Y sigue haciendo milagros cuando nos atrevemos a confiar.