Permanecer fieles cuando el camino se vuelve estrecho

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Permanecer fieles cuando el camino se vuelve estrecho

2025-12-26 Compromiso Cristiano 0

Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor.

Cuando la fe se pone a prueba en lo cotidiano:

Hay palabras del Evangelio que no se entienden bien desde un escritorio ni desde una teoría bonita. Se entienden cuando uno está en la fila del supermercado, en una reunión difícil, en la oficina parroquial un lunes temprano o cuando toca dar la cara por una decisión tomada con conciencia. En este pasaje de san Mateo, Jesús habla con claridad y sin adornos. No promete caminos fáciles ni aplausos, sino fidelidad en medio de situaciones incómodas. Lo sorprendente es que no lo dice para asustar, sino para preparar el corazón.

No se trata de buscar problemas, sino de no huir:

Jesús no invita a provocar conflictos ni a vivir en tensión permanente. Lo que propone es algo más sencillo y más exigente: no esconder lo que somos cuando eso incomoda. En la parroquia, en un movimiento apostólico o en la comunidad, a veces surge la tentación de suavizar el mensaje, de evitar temas, de callar para no “complicarse”. Este Evangelio recuerda que la coherencia no siempre es bien recibida, pero sí profundamente fecunda.

La palabra justa en el momento justo:

Jesús dice que no nos preocupemos en exceso por lo que diremos, porque el Espíritu hablará en nosotros. Esto no elimina la preparación ni la responsabilidad, pero sí libera del miedo. En la práctica pastoral esto se vive muchas veces: una visita inesperada, una conversación delicada, una situación humana compleja donde no hay manual. Allí, cuando uno escucha de verdad y habla con sencillez, ocurre algo que no se puede fabricar: una palabra que consuela, que aclara o que sostiene.

La fidelidad empieza en lo pequeño:

Antes de pensar en grandes escenarios, este Evangelio se juega en lo cotidiano. En cumplir la palabra dada. En no aprovecharse del otro. En tratar con respeto al que piensa distinto. En trabajar con honestidad aunque nadie mire. En la comunidad cristiana, estos gestos construyen credibilidad. La fe no se defiende con discursos largos, sino con una vida que no se desdice.

Permanecer cuando otros se van:

Jesús habla de permanecer hasta el final. No como una prueba de fuerza, sino como una forma de amar con constancia. En la pastoral, todos hemos visto personas que se entusiasman rápido y se cansan igual de rápido. También hemos visto a quienes, sin hacer ruido, sostienen procesos durante años. Esa permanencia silenciosa es un anuncio del Evangelio tan fuerte como cualquier palabra.

Confiar sin ingenuidad, caminar sin miedo:

Este texto no idealiza las dificultades, pero tampoco les da la última palabra. Jesús no deja solos a los suyos. Acompaña, sostiene y recuerda que el valor de una vida fiel no se mide por el reconocimiento inmediato, sino por la verdad con la que se vive. En el trabajo apostólico, en la familia y en la sociedad, esta confianza cambia la manera de mirar los desafíos.

Meditación Diaria: El Evangelio de hoy nos invita a vivir la fe con los pies en la tierra y el corazón despierto. Jesús no promete comodidad, pero sí cercanía. Nos recuerda que la coherencia cotidiana, incluso cuando cuesta, tiene un valor inmenso. En la parroquia, en la comunidad y en la vida personal, somos llamados a hablar con verdad, actuar con sencillez y confiar cuando no tenemos todas las respuestas. Permanecer no significa endurecerse, sino aprender a amar con paciencia, sin rendirse al cansancio ni al miedo. Dios sigue obrando en lo pequeño, en las decisiones silenciosas, en la fidelidad diaria. Vivir así no nos separa del mundo; nos hace más humanos y más atentos a los demás. Hoy es un buen día para renovar esa confianza y caminar con serenidad.